Es en homenaje a Aníbal Troilo. Sus antiguos músicos lo recuerdan en un concierto especial. ¿Por qué es el único?
Quizá la mejor apreciación se obtenga escuchando sus primeras grabaciones. Conviene aquí una interesante anécdota que solía contar Jorge Palacio. Él había comprado el primer disco de Troilo a los pocos días de haberse lanzado al mercado; algunos meses después volvió a pasar por el mismo comercio y el encargado le confesó que aquél había sido el único ejemplar allí vendido: el resto acababa de devolverse al distribuidor. Ningún otro cliente se había interesado por esa nueva orquesta.
Esto ocurrió en 1938; los dos primeros temas grabados (Comme il faut, de Arolas, y Tinta verde, de Bardi) presentaban arreglos avanzados para la época. Estaban adelantados. Pero desde esta placa inicial (inicial y aislada, porque tras ella Troilo recién podrá retomar su ciclo discográfico en marzo de 1941, y para otro sello), se nota un bandoneón que resume todo lo aprendido e incorpora su propia cuota de personalidad.
Que no se entendiera fue cosa coyuntural. Extraña decirlo después de tantas décadas, porque su estilo suena hoy bastante clásico y seguramente ya lo era para los oídos de la década del cuarenta. La razón es que en 1938 Troilo estaba un paso más adelante; en 1941 ya quedaba incorporado al canon, simplemente porque en sus innovaciones no le fue necesario demoler los colegios de Maglio, Arolas, Ortíz y Láurenz.
Troilo se miraba en el espejo y no veía su imagen: veía las de sus maestros, y pugnaba por ser el alumno aplicado que primero aprende y recién después se anima a crear.(infobae)
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