¿Cómo se debe cantar un tango hoy?



 Diálogo entre generaciones y géneros Cuatro cantores discuten sobre su acercamiento al tango: Susana Rinaldi, el “Chino” Laborde, Horacio Molina y Lidia Borda.

El tango nació, entre otras cosas, para ser cantado. Una tarea nada fácil, pero hay un hilo secreto que le permite a nuestra canción ciudadana unir generaciones, realidades diferentes y modos distintos de ver la relación entre música y vida. De todo eso, hablan Lidia Borda, el “Chino” Laborde (Orquesta Típica Fernández Fierro), Horacio Molina y Susana Rinaldi.

Parafraseando aquel famoso verso de Cernuda, se podría decir que para Susana Rinaldi y para el Chino Laborde el tango “es un arma cargada de futuro”. Se ven y se nota enseguida que el afecto es profundo y que él la escucha como una reverencia de esas que se usaban en otros tiempos (“vos sí que la peleaste”, dice en algún momento). Pero son diferentes, mientras la Tana es un torbellino que repite, frente a un café que dejó enfriar a propósito, toda esa fuerza que despliega en el escenario, Laborde se entusiasma con otro estilo, más medido. Arrancan hablando de dos experiencias recientes: la Rinaldi, de cantar con el grupo que dirige Pablo Agri –integrado por músicos de diferentes provincias- y el Chino, de un recital que compartió con chicos “en situación de riesgo” en Lugano. “Se sienten acompañados en esto que han comenzado”, dice la cantante, antes de hablar de la unidad entre bailarines, cantores e intérpretes para “emprender esta aventura que es el tango. Ahora nos damos cuenta de cuánto autor del pasado se compromete con la realidad de hoy y los chicos recogen el guante. Veo entre mis alumnos el éxito que tienen Contursi, Blázquez, Cátulo …” ¿Cómo superar desde la interpretación el tiempo transcurrido desde que los tangos clásicos fueron compuestos y el hoy? Laborde : Da escozor ver que la historia se repite, o que los compositores pudieron ver el futuro.

Surge el ejemplo de Discépolo y la Rinaldi resalta aquello de “todo es igual y nada es mejor”, que recién hoy está cambiando. “Estos creadores -Manzi, Cátulo, José González Castillo- siguen marcando ciertas cosas. La verdadera modificación en la historia del tango, como señaló con mucha razón Piazzolla, es el ingreso de la mujer allá por los ‘60. Otra mirada, que le permite a la mujer opinar. El machismo ha quedado como un estigma del que muchas veces nos hemos reído. Lo que conserva el tango es el enorme amor por el espacio en que nos movemos todos. El repertorio tiene también que ver con la historia del intérprete, con lo que quiere decir a través de los temas que elige”, explica.

Laborde : De pronto, descubrimos algo distinto, un filo que no le habíamos visto a un tema. Es cierto que hay temas que son limitados y otros son inabarcables. Tangos que son movilizadores, que muestran un país que ha pasado por cosas tremendas. Y cuando se los canta, la sensación es que pasa algo nuevo. Nos apasiona volver a esos tangos. Y hay tanto por versionar. Lo que exige el tango es ser bien dicho.

Rinaldi : Esas obras memorables son la base que provoca que otro compositor genere su obra. Eso no implica quedarse en siete temas, como si hubiera un ABC del tango. Pero es empobrecedor quedarse sin un tesoro que nos permite ver las cosas de otro modo. Perder la posibilidad de interpretar frases como “la vida es una herida absurda” es cercenarse como intérprete. Lo que no se hace son espectáculos completos con la historia del tango, lo que permitiría unir creaciones de grandes compositores, y de este modo hacer que se comprendan mejor los temas y, si se quiere, el país.

¿Y los nuevos tangos? Laborde : Mi generación tiene la posibilidad de seguir revisando el pasado y redescubrir joyas. El legado del siglo XX es impresionante en cantidad y calidad. Esa creatividad que tuvo el tango es una posta que retoman otras músicas, sobre todo el rock. Las letras de Spinetta, de Charly, de Nebbia tienen sabor porteño. Nunca se dejaron de escribir letras de tango. Nos estamos reconstruyendo, se lee mal y poco, vivimos en una cultura empobrecida, donde es difícil que aparezcan poetas como en los ‘40 y los ‘50.

“No tenemos la práctica de defender el lenguaje”, agrega Rinaldi. Y comparte con Laborde la esperanza de que lo que se viene sea mejor. “Hay más milongas, hay gente joven que va a bailar y a escuchar tangos. Y el éxito que tiene el tango en el mundo permite que haya más músicos que se inclinen por el dos por cuatro”. También coinciden en que la vida del tanguero es difícil. Falta de apoyo, de lugares, una sola radio en Buenos Aires que difunde el género, ningún programa de televisión (“parece que la palabra tango les da culpa”). “Se olvidan de que el tango lo escribieron, lo cantaron y lo tocaron los mejores. El valor que tiene el tango es ser una denuncia social permanente. No sólo el tango Pan , sino desde otro lado, por qué se lucha por algo, qué significa vivir en este país. Por eso los gobiernos siempre lo han combatido”. “Es una lucha muy desigual”, agrega el Chino. Susana simplemente sonríe antes de otro café. Y con una carcajada, comenta: “El único tango que no cantaría nunca es Leguisamo solo , porque temo que me griten Yegua ”.

Por su parte, Horacio Molina y Lidia Borda comparten mucho más que la pasión por cantar tangos. Acaban de editar discos dedicados a letristas, Alfredo Lepera en el caso de Molina, Homero Manzi fue el elegido por Borda.

¿Qué representa la letra? Borda : La letra en un tango es un elemento fundamental, pero también hay que encontrar algo en la melodía, en la cadencia, una personalidad.

Molina : La unidad de letra y música.

Volver es una canción perfecta, no se puede pensar ni en otras palabras ni en otra melodía; es como que vienen pegadas.

¿Qué hay de los clásicos? Molina : Hay una cierta tendencia a que dejemos atrás el pasado, que no toquemos más Mozart, ni Vivaldi. Los clásicos son eternos, van recibiendo aportes que permiten encararlos desde varios sitios. A mí me apasiona hacer versiones de los grandes clásicos de nuestra música: el desafío es exprimir ese poquito de limón que todavía se puede sacar. Creo en el valor del intérprete, que puede destrozar una canción o sacarle un rédito insólito, como Gardel. El ha cantado temas espantosos transformándolos en joyas.

Borda : El trabajo del intérprete es lograr una nueva traducción de la obra, que pase por uno, algo diferente a lo que hicieron los demás. En ese sentido, los clásicos son infinitos, porque han pasado por muchas pruebas de existencia. Abordarlos es un gran desafío, pero además es lo más divertido que hay, es esa búsqueda por encontrarle una distinta mirada. Me pregunto ¿Por qué canto tangos? Si es una realidad que ocurrió hace décadas, pero a mí me gusta, y creo que lo que queda de eso es el espíritu, por eso no pierde realidad, sigue siendo verdad.

Molina agrega: “Ella es más positiva. Yo veo tantos tics de moda, ciertas inflexiones en la voz, que no tienen nada que ver con el espíritu de los temas. Ejemplo: lo que pasó cuando artistas conocidos empezaron a cantar marchas patrióticas …” E imita a alguien muy reconocible.

Más allá de los clásicos, ¿qué pasa hoy, cuál es el destino del tango? Borda : La poética del tango derivó hacia el rock. Pienso en Charly, Spinetta.

Avellaneda Blues , de Manal me suena bastante a tango.

“El tema es que haya una verdad”, dice Molina como continuando una melodía. “Y eso tiene mucho que ver con haber nacido en el lugar o haber comido de ese guiso y que se te instale. Caetano Veloso me gusta mucho, pero cantando tangos ….” Y cambia de tema: “Trato de cantar lo mejor desde mi exigencia interna, no me conformo, me oigo como si fuera mi enemigo y no puedo dejarlo hasta que me sale como quiero.” Próxima estación: Carlos Gardel.

Molina : Cada vez que lo oigo, le descubro una cosa nueva. Fuera del mito, hay una cosa auténtica, el genio de este país.

Borda : Hay que desmitificar a Gardel, porque era real.

¿Qué es lo diferente de cantar tango a cantar otra cosa? Al unísono: “¡El estilo!” “Nunca cantaría un tango como un bolero, aunque se me acuse de eso vilmente”, aclara Molina.

Borda : Cada estilo tiene elementos estéticos y técnicos diferentes; no es lo mismo colocar la voz para una copla norteña que para el tango.

Molina : La libertad que permite un bolero para cantar, estirando las melodías, lo hacés en un tango y suena a falso y fuera de estilo. El tango es más difícil, pasar el mensaje con la emoción exacta; el bolero es más cool, lo cantás de cualquier manera, y si la voz es linda, pasa.

¿Qué lugar creen que ocupa el tango hoy en términos de público y de desarrollo de la música popular? Molina : Se lleva siempre al tango, por alguna misteriosa razón, a un lugar pintoresco; se desfigura su origen. Se canta desde la posición del macho prepotente cuando, en realidad, quien canta tango es melancólico, triste y sensible.

Borda : Quedó una imagen for export que se volvió caricatura.

Molina : Esa cosa como de rabia, que nada tiene que ver con la letra, que no concuerda con esa actitud, una actitud más maricona que macha.

Borda : La pretensión de que el tango sea como en los ‘40 no tiene sentido: la realidad es otra. Hay que permitir que esa dinámica siga avanzando y ver hacia dónde va.

Molina : No coincido; hay que luchar por algo que uno siente que está tergiversado. El alejamiento de la juventud se debió a que el tango se empezó a instalar en un lugar distorsionado de su realidad.

Ella: Coincidimos. Estancar el tango en algo obtuso te aleja de él.




Fuente: Clarín (Marcos Mayer)  

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