Adiós a un patriarca del tango
Emilio Balcarce murió el miércoles en un sanatorio de Buenos Aires, a los 92 años. En 2006 se lo había declarado Ciudadano ilustre de Buenos Aires, la ciudad donde nació con el nombre de Emilio Juan Sitano el 22 de febrero de 1918.
Su padre era un aficionado a la guitarra, la mandolina y el acordeón, y a los once años lo puso a estudiar violín con Orlando Paiva y Cayetano Marconi; poco después, armonía y contrapunto con Juan Ehler. Por su lado, y de manera completamente autodidacta, el pequeño Emilio empezó a digitar un bandoneón que el padre había comprado y casi al mismo tiempo abandonado. Los frutos de esa casi secreta práctica juvenil sólo se llegarían a apreciar muchas décadas más tarde.
Primero Balcarce destacó como violinista y arreglador. En 1935 integró el conjunto de Ricardo Ivaldi, tocando en bailes, confiterías y entreactos de piezas de teatro. Luego formó su propia orquesta y en la década del ‘40 tuvo entre sus solistas a Alberto Marino, Alberto Castillo y Jorge Durán, entre otros.
Fue integrante y arreglador de las orquestas de Aníbal Troilo, José Basso y Alfredo Gobbi, antes de entrar a la orquesta de Osvaldo Pugliese, en 1949. “Fue un sueño -dijo Balcarce a Clarín en una de sus últimas entrevistas-. Veinte años con Pugliese. Anduvimos por China, Japón, Rusia. Fue suerte, aprendí mucho y gané buen dinero. Sí, era la famosa cooperativa que permitía que todos ganásemos bien”.
En 1969, cuando la pista de baile comenzó a languidecer y la orquesta típica se convirtió en una especie en extinción, Emilio Balcarce creó el Sexteto Tango con Osvaldo Ruggiero, Víctor Lavallén, Cacho Herrero, Julián Plaza y Jorge Maciel.
Pero Balcarce fue también el creador de temas antológicos, entre ellos La bordona y Si sos brujo (que es el nombre de un notable documental sobre el músico filmado por Caroline Neal en 2005).
Aquellos iniciales juegos con el fueye maduraron en silencio, hasta que ya en los años ‘90, luego de un retiro de cuatro años en Neuquén, Balcarce debutó como bandoneonista en El Viejo Almacén, al frente de un conjunto propio.
Balcarce fue una figura fundamental en prácticamente todos los frentes del género, lo que no impidió que, tras la decadencia del tango orquestal y tras el fin de esa década larguísima (de casi 20 años) que fue la del cuarenta, la vida del músico transcurriese en un cierto ostracismo, en lo que sin duda también colaboró la proverbial modestia del maestro.
En un cierto anonimato transcurrió la vida de Balcarce hasta la vuelta del siglo, cuando el reflorecimiento del tango y el auge del movimiento revisionista le devolvieron protagonismo. Los nuevos músicos de tango se salieron de la senda de la evolución piazzolleana y volvieron a buscar en los ‘40 y más atrás. En 2000 el contrabajista Ignacio Varchausky creó la Orquesta Escuela Emilio Balcarce y confió al maestro la dirección (que Balcarce ejerció hasta 2008 y delegó en Néstor Marconi). En ocasión de su primer disco al frente de la orquesta, De contrapunto , en 2000 (el segundo fue Bien compadre , en 2004), Balcarce explicó a Clarín la importancia del proyecto: “La transmisión del tango ha sido oral. Hay pocos arreglos escritos. Si yo quiero indicar cómo se hace un ligado tengo que cantar. Lo único que podemos escribir es rubato (literalmente: tiempo robado) o muy expresivo , o cosas por el estilo, pero eso no basta para imprimir la idea porteña de tocar. La idea es que los muchachos asimilen el sabor, la expresión y los acentos de esas orquestas típicas, no para copiarlas sino para que tomen como punto de partida de su propio desarrollo.”
Por Federico Monjeau (Clarín)
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Tango para los amigos