El jueves 18 estrena en el Maipo "Eladia, ¡quiero!", un show musical-teatral basado en la obra de Eladia Blázquez, la artista fallecida hace tres años. Habla del legado de la autora de "Honrar la vida", recuerda su etapa con Celeste Carballo y cuenta su relación con el tango.
Test para medir irascibilidad: haga una entrevista y, más o menos a los 45 minutos, ya sobre el final, dígale al entrevistado: "Voy a chequear si el grabador funciona bien". Tome el aparato, revíselo y, con expresión contrita, comunique: "No se grabó nada". Mezcla de resignación y simpatía, Sandra Mihanovich pondrá cara de maestra paciente ante un alumno que nunca entiende nada: "No hay problema, si querés empezamos de nuevo". Hay dos alternativas: estamos ante una personalidad zen o la perspectiva de montar un espectáculo sobre Eladia Blázquez (Eladia, ¡quiero!) la apasiona hasta blindarla contra la estupidez ajena. Sí: ella se suma a la larga lista de cantantes y actores y actrices y bailarines y etcéteras que vienen in cursionando en el tango. Pero no se justifica desempolvando una supuesta prosapia tanguera ("yo vengo de una familia jazzera, recién empecé a escuchar tangos en los últimos años") ni se imagina un futuro en el género: "No me voy a convertir en una cantante de tangos, ni soy una extraordinaria cantante de tangos. Sólo voy a abordar a Eladia Blázquez, y desde mi manera de cantar".
Entre Eladia y Sandra hay algo personal: "La conocí en 1984. Ella me ofreció tres o cuatro canciones, entre las que estaba Honrar la vida. Pero no me atreví a cantarlas: no sabía cómo decirlas, sentía que me pasaban por encima y, aunque soy intérprete, siempre trato de cantar como si las canciones brotaran de mí. Tampoco me parecía que tuvieran que ver con el disco que estaba por sacar, Soy lo que soy. El paso del tiempo hace que uno entienda mejor todo: ahora, a los 51 años, siento que puedo cantar lo que quiera".
El paso del tiempo también la acercó a la poeta personalmente. "En sus últimos años compartí muchos asados con ella en la quinta de Lino Patalano (dueño del Maipo). La recuerdo como una persona muy inteligente y positiva, de gran humor, muy afectuosa, aunque también podía ser brava y ponerse firme cuando la situación lo requería. Me acuerdo de que cambiaba el mensaje de su contestador automático según las circunstancias que estaba atravesando ella o el país. Me imagino que ése habrá sido el germen de muchas canciones". Por momentos, habla de Eladia y se le nublan los ojos: "En el escenario voy a tener que refrenar un poco la emoción, porque estrangula la voz".
Ahora que tantos descubrieron el filón del tango, ¿no temés quedar como una oportunista?
No pienso en lo que los demás puedan opinar de lo que yo hago. Si hay alguien que lo quiera decir, que lo diga. Pero la verdad es que antes de hacer algo no me pongo a calcular si es el momento oportuno o no. Ojalá que lo sea y agotemos las entradas y nos vayamos de gira por el mundo con el espectáculo de Eladia, pero no está pensado para eso. Siempre tuve ganas de hacer algo con las canciones de ella, desde antes de que ella partiera. Lino lo sabía, y el año pasado, cuando empezó a pergeñar la movida por los cien años del Maipo, me dijo que era hora de concretarlo.
Eladia Blázquez padeció el machismo en el tango: decía "terminaron bancándome como se acepta una gripe". ¿Te pasó algo así en el rock?
El rock también es muy machista, pero a mí eso no me afectó demasiado. Sí recuerdo anécdotas puntuales, como cuando en 1982 Ricardo Kleiman, mi productor de aquel entonces, me llevó a grabar Puerto Pollensa a Microfón y el dueño, Mario Kaminsky, le advirtió: "ojo que las mujeres no venden nada". Pero vino la guerra de Malvinas y yo, como tantos otros músicos nacionales que juntábamos polvo en las bateas, empezamos a vender un montón por la prohibición de pasar música en inglés en las radios. Hasta Neustadt me pasaba en su programa: de repente decía 'Sandra, salvame de todo esto' y ponía Puerto Pollensa.
En esa época te quejabas de que no te hacían notas en la revista Pelo.
Sí, en los balances de fin de año la gente me votaba entre las mejores cantantes y recién ahí aparecía en Pelo, porque si no, no me consideraban. Mi problema era que no era rockera, y no sabían bien dónde ubicarme. Podía decirse que era una cantante melódica, pero ¡qué tristeza! Esa fue una de las cosas que disfruté cuando me junté en dúo con Celeste Carballo: ella me sacó del aislamiento, me presentó a gente del rock que yo no había tratado, como Fito Páez o Andrés Calamaro. Ahí sentí, por fin, que pertenecía a algún lugar.
Ella acaba de sacar un disco de tango. ¿Hay posibilidades de que se reedite el dúo, pero en versión tanguera?
Mirá vos, no sabía... No creo, aunque nunca hay que cerrar las puertas. Estoy muy conforme con lo que hicimos juntas: Somos mucho más que dos y Mujer contra mujer son muy buenos discos. Fue una linda etapa, que recuerdo con mucho cariño, pero ya pasó. Además, no deben haber muchos tangos para cantar a dúo. Y es un terreno que le pertenece mucho más a ella que a mí: su familia era tanguera, todos sus hermanos se juntaban a cantar los fines de semana.
¿No pertenecer a ningún grupo, ese "aislamiento" que mencionabas, hizo que tu carrera se desdibujara? Entre 1994 y el 2000 estuviste seis años alejada de la música...
Alejada de las grabaciones, no de la música. Si no, no habría tenido de qué vivir: yo soy intérprete, no cobro regalías en Sadaic, así que no puedo dejar de trabajar por tanto tiempo. En ese período conduje un programa de cable, un programa de radio, trabajé en espectáculos infantiles con música de María Elena Walsh, actué en programas de televisión... Yo estoy conforme con mi carrera, y siento que soy reconocida como una par por los músicos. Lo que hago podrá gustarles o no, pero sé que me respetan.
Antes decías que tenés edad para cantar lo que quieras. ¿De joven te imponían el repertorio?
No, nadie me obligó a cantar nada. Lo decía en el sentido de darme el permiso para cantar lo que me dan ganas; antes no me animaba. El año pasado salió Creciendo, un disco con versiones de mis temas más emblemáticos, e hice dos shows en el Opera para festejar 30 años de carrera: siento que así le puse un broche a una etapa y quedé en libertad para rumbear para donde quiera. Hoy es Eladia. Mañana, quién sabe.
A tres años de su muerte -se cumplieron el 31 de agosto-, la obra de Eladia Blázquez se mantiene vigente: son muchas las cantantes que últimamente se dedicaron a grabar sus composiciones. Hay tres ejemplos emblemáticos. El año pasado apareció Con las alas de Eladia, un disco de Sandra Luna íntegramente dedicado a creaciones de la autora de Honrar la vida. En mayo salió Otra mirada, de Claudia Pannone, también íntegramente dedicado a Blázquez. Y por la misma época Susana Rinaldi, pionera en la interpretación de sus canciones, publicó En el underground, que se llama así por un tema de la poeta de Avellaneda que permanecía inédito, y además contiene otras dos creaciones suyas: La soledad y Milonga para Santiago. Además, el primer disco tanguero de Eladia, Buenos Aires y yo (1970), se reeditó dentro de la colección "La resistencia del tango", de Sony BMG.
"La verdad es que no escuché todo lo que salió", admite Mihanovich. "Sandra Luna canta muy bien, pero la máxima es la Tana Rinaldi. Y no sólo interpretando a Eladia: es la mejor cantante de tangos del país". ¿Por qué esta blazquezmanía? "Hasta que apareció Eladia, el repertorio de tango había sido escrito por hombres, y las mujeres que lo querían cantar tenían que adaptar el género o ponerse en situación masculina. Yo creo que ése es uno de los motivos por el que tantas cantantes la elegimos. Además, así como Astor Piazzolla es el puente entre Gardel y Bajofondo, ella cubre la brecha que hubo entre los '60 y la actualidad. Y es alguien que ha sabido poner en palabras lo que somos, y ha descripto como pocos a Buenos Aires. Representa cabalmente a los argentinos".
Eladia, ¡quiero! mezclará música y teatro. Sandra Mihanovich será Euli —el apodo de Eladia Blázquez—, y jugará una partida de truco con Naipe (Roly Serrano), Fanático (Oski Guzmán) y tres bailarines. En medio del juego aparecerán las canciones y el baile, según lo escribió Carlos Tarrío.
Una idea peculiar, que Sandra Mihanovich explica así: "Eladia describe muy bien nuestra identidad, y el truco es parte de ella. Por eso asociamos las canciones, su forma de ser y este juego para hacer un espectáculo que no sea sólo un recital. Ella nos ha cantado las buenas, las malas, el retruco, el vale cuatro, nos ha hecho dormir adentro o nos ha dejado afuera". La coreografía es de Silvana Grill; los arreglos musicales, de Alejandro Devries; y la dirección, de Rubén Pires. Habrá, además, una aparición de Julio Bocca en un video. Se estrena el jueves 18 en el Maipo.
Por Gaspar Zimerman (Clarin)