De los tiempos del último organito




Falleció el maestro Gabriel Chula Clausi, a los 98 años


Con el Chula Clausi termina una época del tango. Tenía 98 años y sus restos serán inhumados en la Chacarita. Su bandoneón y su casa en el barrio Agronomía quedaron en silencio.

El Chula Clausi cruzó el siglo XX y fue testigo y protagonista privilegiado del tango. Será porque su bandoneón, con el que compuso unas 500 obras junto a Celedonio Flores, Enrique Cadícamo, Francisco de Caro y José María Contursi, todavía mantenía el perfume de aquellos primeros años de la Guardia Vieja. De pantalones cortos, debutó profesionalmente a los 15 años, con la agrupación de Francisco Pracánico, (donde estaba Miguel Caló), formó parte de la orquesta de Roberto Firpo en 1928, grabó y tocó con Pedro Maffia (durante cinco años); fue uno de los integrantes principales de la orquesta de Julio de Caro en 1936; fue discípulo de Juan Pacho Maglio; y hasta llegó a tener su propia orquesta, con Astor Piazzolla en la fila de fueyes, antes de su exilio voluntario a Chile.

"Con Pracánico llegué a grabar para el sello Electra, de pantalones cortos; no figuro en los créditos porque era menor de edad. Ojo, no figuro pero era yo el que tocaba, eh. También Maffia me hizo llamar después por su hermano para que tocáramos en dúo de bandoneón. Yo estaba en el Armenonville y me iba muy bien, pero tocar con Maffia era estar como con Maradona. Tenía una gran admiración por él, porque era muy completo para tocar. Fue un ejemplo de instrumentista. Todos los que salieron tocando bien en el tango vienen de su escuela".

En una nota realizada por LA NACION, el maestro contaba: "El tango floreció con grandes compositores sobre todo entre el veinte y el cuarenta, y tuve la suerte de conocerlos a muchos de ellos: De Caro, Firpo, Minotto, Pedro Maffia, Pedro Laurenz y Pacho Maglio y su maestro Domingo Santacruz, que aportaron cosas muy buenas y eran todos los de la primera horneada del tango".

Fueron años de gloria para el sensible bandoneón del Chula Clausi, que conoció personalmente a Carlos Gardel, que tenía fama de buen tipo: "Yo que conozco el asunto, le digo que Gardel le mataba el hambre a varias familias. No se negaba a grabar ningún tema. Mi hermano le llevó un tango y se lo grabó dos veces para acá y para España. Muchos de los tangos que cantaba no eran tan lindos pero él era un gran melodista y los inventaba de nuevo. Por eso, era algo increíble".

En plena efervescencia de las típicas y los bailes, un episodio confuso con Juan D´Arienzo lo desilusionó del ambiente tanguero y se fue a vivir, por una década, a Chile. Allí siguió componiendo, formó su propia orquesta y hasta tuvo cantores estrellas, como Roberto Ruffino, entre sus filas. En 2002 editó un disco con solos de bandoneón llamado Madre y en 2003 llegó a tocar ante una multitud de jóvenes en un concierto de Los Piojos en River; después fue convocado para el proyecto del Café de los Maestros, con el que estaba de gira actualmente. Su estilo se basaba en una fórmula simple: "El artista no está en el virtuosismo, está en la expresión. Nunca toqué con los dedos, ni con el cerebro, sino con el corazón".

Fuente: La Nación


"De puro guapo"


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