Reabrió el "Cafe de los angelitos"


Los fanáticos y nostálgicos del tango, reanimados por la expansión de las milongas después de décadas a estar confinados en unos pocos reductos, están en feliz vigilia desde hace algunos días esperando la reapertura de uno de sus históricos templos porteños: El Café de los Angelitos.

Habrá una fiesta de reinauguración con figuras del tango y la cultura y un agasajo a la prensa. Y el miércoles 20 , estará abriendo para al público.


Entre los invitados encontramos a figuras como: Silvio Soldán, Alejandro Dolina, Ben Molar, Mariano Mores, Horacio Ferrer y muchos más.


"Está todo listo.ya se hizo el último ensayo y en el transcurso del día traerán las mesas y sillas que faltan", dijo un empleado del bar a la agencia Télam mientras en las ventanas curiosos y nostálgicos se alternaban para poner "la ñata contra el vidrio" y atisbar el interior en penumbras.


En el renovado local de la Avenida Rivadavia y Rincón a aprecia una lujosa recreación y remodelación al estilo francés de los años '40 del tradicional edificio, que en la década pasada fue demolido tras sufrir el derrumbe de su techo.


Ya comienzan a aparecer nuevas anécdotas, en torno al legendario café, entre los que no pudieron esperar la reinauguración y ya se dieron una vuelta por el lugar. "Un día apareció un tal Atilio, quien se presentó, como nieto del comisario Araño, de la seccional octava, quien en 1920 sin proponérselo sugirió el actual nombre al establecimiento", cuenta uno de los encargados de la remodelación del bar.


El lugar había nacido en 1890 como Bar Rivadavia y no era más que un galpón con piso de tierra, a muchos de cuyos clientes la policía consideraba "vagos y malentretenidos", razón por la cual el comisario hablaba irónicamente de "los angelitos".


El café vivió sucesivamente su auge, apogeo y decadencia a lo largo de más de cien años, en forma paralela a la evolución del tango.


En su época de ascenso contó entre sus parroquianos al mismísimo Carlos Gardel, quien vivía en la pensión de Rincón 137 e iba a comer la especialidad de la casa: El puchero a la española.


Cuenta la leyenda que en una de sus mesas, el Zorzal y su amigo José Razzano firmaron en 1917 su primer contrato, con Mauricio Goddart, del sello Odeón.


También pasaron por el lugar los payadores como Higinio Cazón, Gabino Ezeiza y José Betinotti y el actor Florencio Parravicini.


Dicen que un joven, de nombre Alfredo Palacios festejó allí su elección como primer diputado socialista de América, y que en sus mesas sus camaradas Juan B. Justo y José Ingenieros tramaban cómo colar leyes obreras en un cercano Congreso Nacional dominado por los conservadores.


Más acá en el tiempo, lo frecuentaban Aníbal Troilo y Osvaldo Pugliese, quienes más de una vez fueron invitados a tocar un tango para los presentes.


Muchas de esas figuras están presentes hoy en retratos aportados por el Archivo General de la Nación, que cubren las paredes del recinto histórico, que ahora funcionará las 24 horas como cafetería y restaurante con unas 40 mesas.


Pero el nuevo Café de los Angelitos tiene el doble de área, porque la empresa propietaria - la hispano argentina Ganesa- lo expandió a un predio lindero para ofrecer una cena-show diaria pensada para turistas, una estrategia que conducirá el gerente comercial Jorge Tejada, quien ya cumplió tareas similares en el exitoso Viejo Almacén.


Allí actuará un quinteto con los cantantes Guillermo Galvé, Luis Filipelli, Nora Roca y Leticia Aragón, y cuatro parejas de bailarines, todos a las órdenes del director artístico Luis Pereira.


El Café de los Angelitos estuvo perdido para el acerbo cultural porteño durante 15 años y fueron muchos los que reclamaron su "aparición con vida".


Hubo una movida vecinal por su reconstrucción e incluso una iniciativa en la Legislatura porteña del diputado Fernando Cantero (Autonomía para la Igualdad), que permitió declararlo de interés cultural y que hoy está certificada en placa de bronce en su frente.

Por eso, los llamados duendes tangueros pasaron la noche del lunes al martes en vela, escondidos tras los retratos de los ilustres parroquianos de otros tiempos, mostrándose en algún brillo de la sonrisa de Gardel o aguzando la punta de los bigotes de Palacios, y creando la atmósfera para que el lugar escriba la continuidad de su historia. La ciudad de Buenos Aires y sus habitantes, están de fiesta.(ADN Ciudad)

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